martes, 20 de diciembre de 2011

Conviviendo con el miedo y los PPP


Hoy estoy un poco mareada, confundida, hecha bollito…
Hay un par de frases que me andan rondando en la cabeza, que si las tengo a todas juntas en este momento debe ser que se conectan de alguna forma.
El desafío que del que les hablaba anteriormente, donde de cualquier forma gano, hoy me dejo de parecer interesante. Es acá, donde empiezo a pensar en que no voy a triunfar, si no que otra vez voy a caer en los mismos patrones patológicos pasados (para el común de la gente, los PPP). ¿Por qué empiezo a pensar eso? Porque entra el miedo en mi cuerpo, porque soy muy insegura, porque aparecen esas actitudes que desembocan en los PPP y que inevitablemente terminan confirmando lo “enfermita” que estoy.
Esto es algo muy mío, tratar de resolver “all in one” (como las impresoras… y si, también escaneo, ja!). Estoy tratando de resolver varios problemas en uno (o en realidad identificar las actitudes que me llevan a seguir con esos problemas para dejar de hacerlas y luego resolver el problema). Perdón por el desorden, pero tengo el defecto de “razonar con los dedos”, cada vez que escribo me pasa esto, que también es muy mío, ir cambiando sobre la marcha, razonando según lo pedido (sí, me costó mucho la consigna de “lean todo el examen y después contesten las preguntas”…  y me costó muchísimo!). Palabras como autoestima, seguridad, sentimientos, amor, están todas juntas en un bol que no quiero revolver porque se arma quilombo, además de no saber si el amor “se corta” si lo mezclas con la autoestima (siempre hablando en mi caso, con una buena dosis de autoestima, supongo que el amor toma punto nieve… y más!)
Todo sería más sencillo, y acá viene una de las frases que me mareo esta noche, si yo no pensara lo que siento… o si no sintiera lo que pienso… ¿Pienso lo que siento o siento lo que pienso? Arrancando alguna conclusión de relaciones pasadas puedo determinar que pienso demasiado lo que siento… en realidad que pienso demasiado (Mika diría que rumeo… para el caso es lo mismo).
Y por pensar, ya no quiero el desafío; por que aparecieron las actitudes desencadenantes, ya no me parece interesante; porque tengo miedo a quedar pegada, no siento que gane de cualquier forma. Tal vez porque todavía no estoy preparada para esta batalla, tal vez no me tenga que demostrar que puedo, no ahora, no en este momento, no con un reto de este tipo. Y todo se resume en una palabra: MIEDO. ¿Miedo a que? A los PPP, a mi defecto por exacerbar cada uno de los sentimientos que me pasan por el cuerpo, a no poder discernir los limites, a no querer ponerme límites. Si no jugas con fuego no te quemas… me queme tantas veces. Sabiendo que me iba a doler, siempre especule cuan cerca podía poner la mano del fuego antes de quemarme y, paradójicamente, nunca calcule bien. Esta vez, se perfectamente que estoy jugando con fuego y sé que si me quemo es, enteramente, culpa mía. Estoy tomando todos los recaudos, hice todos los cálculos, medí, saque cuentas, analice hipótesis, compare probabilidades, pero aun así, todos sabemos, que el comportamiento del fuego, más todas sus variables, siempre es incierto. Ese porcentaje de incertidumbre, que puede ser ínfimo, me provoca miedo.
Tal vez, también se internamente, que ese porcentaje no sea tan ínfimo, que mis cálculos son parciales, que mis mediciones son irrelevantes y que mis hipótesis y probabilidades siempre están libradas al azar. Y que, por sobre todas las cosas, el fuego al final sigue siendo fuego.

Saludos desde acá, el otro lado de la pantalla.


Yo, la complicada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario