Ocupada con responsabilidades familiares, nuevamente me olvide de mi identidad, hasta enfermarme o, como dijeron los médicos, hasta somatizar hasta los huesos por no poder soltar, por no poder desprenderme.
Sigo esperando que la soledad suelte mi mano, pero ya estoy acostumbrada a verla paseando por el departamento, siguiéndome al trabajo o compartiendo películas conmigo una tarde de domingo. No es tan trágico .. aunque a veces si... a veces pesa y mucho. Pero alegremente ahora es "a veces".
Me sigo preguntando todos los días que me deparara el futuro, esa maldita adicción de adelantarme al destino para no "aguantar" más de lo debido. Sigo sin encontrar respuestas aunque analizo más de lo normal cada una de mis opciones.
Estoy aprendiendo a ser mujer, a dejar que los hombres hagan por mi, a tratar de no adelantarme a los hechos, a no tirarme a la pileta sin minimamente pensar, por lo menos, que por ser un lugar mojado tendría que haber agua. Me sorprenden algunas de mis actitudes, no pensé que podía hacer determinadas cosas, dejar que los demás hagan, poder decirlo y no sentirme mal por eso, ni culpable ni responsable... aunque hay cosas que nunca cambian.
He desplazado el sexo de mi vida por completo, no porque no tenga ganas, simplemente porque estoy tan programada por alguna voz interior que no tengo ganas de compartir mi intimidad con gente que no se lo merece. Por eso cada vez que he tenido la oportunidad de cagarme la vida (perdón por la expresión pero es así de cruda la verdad), mi inconsciente ha salido a defenderme y aunque en esos momentos pensé que era una idiota con mayúscula por no aprovechar la situación hoy lo agradezco (tampoco tan suelta de cuerpo, hay algunas en que todavía me siento una idiota, aun sabiendo que si accedía iba a ser aun más idiota...).
Tengo hombres que han vuelto, otros que aparecen, aquellos que se dan cuenta, por la razón que sea, que quieren (de alguna forma... se entiende no?) estar conmigo. Pero sigo acá, intacta...
Pero hay algo que me preocupa demasiado, es tan grande el miedo, tan inmenso, que ya no siento... Siento el cariño, siento el dulce sabor de la venganza, siento la bronca y muchas cosas más, pero no siento amor... Me siento intocable, de metal, reluciente, frío duro, indestructible, que forma una armadura perfecta que nadie puede rasgar, donde nada me llega, absolutamente nada, que ni los besos mas apasionados con esa persona a la que espere 5 meses puede desarmar... No sentí, no siento... Loco, pero cierto.
Saludos desde acá, nuevamente, el otro lado de la pantalla.
Yo, la misma complicada de siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario