domingo, 5 de julio de 2015

Sentir sin pensar!

¿Qué fue lo que pasó?
¿Dónde se perdió todo “eso”?
O tal vez la pregunta que debería hacer es ¿dónde lo perdí yo? O tal vez también ¿porque no lo consigo?
Hace un par de días leí una conclusión de un post de Facebook que terminaba con la famosa frase de “recibes lo que das” y si recibís distinto de lo que queres, es porque no estás dando “bien”. Lo pensé toda la semana, hice concatenación de temas, empecé con esa frase y pensando me vi enredada en palabras. Porque tal vez no es que no estás dando bien, si no que no es la persona correcta, de ahí que no se cumpliría ni este refrán ni el de “todo vuelve”. Porque o le erramos a lo que damos o a la persona que se lo damos. En todo caso sería un inconveniente nuestro, por no dar lo que queremos que nos vuelva o por elegir la persona que no nos va a devolver lo que le dimos o nos va a devolver todo lo contrario, porque quiere, debe o se le canta la regalada gana.
A partir de esto y de un par de cosas que me pasaron estas semanas, es que empecé este blog con la pregunta ¿Qué fue lo que paso?
¿Por qué mi generación esta tan quemada? ¿Dónde están las ganas? ¿Dónde está el cariño, el respeto, el amor por el otro?
Como puede ser que un pibe de 26 años le pase el trapo a todos los idiotas que conocí en estos años. Y no estoy hablando de este chico en particular, pero él pertenece a una generación un tanto más relajada. Y ojo que no es ningún santo, pero se pregunta menos, se cuestiona menos, analiza menos y, por supuesto, siente más, lo que a muchos nos falta (sí, me incluyo…).
Veo los ojos de Mika a través de la pantalla y contesto a su pregunta: No me estoy enamorando de él, me re-enamoro del cariño puro, de la muestra de afecto gratuita y sin tanto cuestionamiento, del beso robado, de la risa cómplice, de caminar abrazados, del mensaje liso y llano, de poder preguntar cómo estas sin que por eso se piense que estas controlándole la vida, de la urgencia de verse, del buen día.
Me re-enamoro de SENTIR porque si, sin preguntarme si lo que hago ahoga o libera, si está bien o no, si dos preguntas asfixian, sin cuestionarme si darle un buen beso en la calle me da vergüenza, soy yo y hago lo que siento, porque con él me permito relajarme y sentir PORQUE SI absolutamente todas las sensaciones y sentimientos que me surjan en el momento mientras lo respete y no lo lastime.
Pero es ahí donde no me entiendo y vuelvo a enredarme en palabras. Acabo de escribir “me permito relajarme”. En consecuencia con el refrán si doy “todo” esto, recibo lo mismo, y es así, somos relajados y un poco adolescentes. Pero yo soy relajada y adolescente con todo el mundo, hasta que me pongo en “pose”, analizo, pienso, me cuestiono y aparece la desconfianza, la estructura, la fobia, el armado de los mensajes para que no se malentiendan y me aburro, y me enojo, y me hincha las pelotas.
Entonces no.
Quiero SENTIR PORQUE SI, quiero sentir otra vez esa bendita sorpresa de ir caminando,  que alguien te abrace por detrás y te llene de besos en la mejilla, girar y encontrar una gran sonrisa, seguido de un “que ganas que tenia de darte un beso”, quiero otra vez el impacto de armar un mensaje y terminarlo con el “obvio, si queres” y recibir un “cómo no voy a querer? Obvio que sí”.
Quiero que todo importe nada, quiero ser relajada y adolescente sin cuestionarme si eso molesta, ahoga o asfixia, quiero el compinche, quiero la complicidad, quiero la mirada franca, quiero la risa simple, quiero la alegría del buen día, quiero caminar del brazo por la calle y sentirme plena, sin analizar si le cae bien o no que lo agarre, porque las cosas se dicen en el momento, no se especula, no se analizan ni se piensan, porque así son auténticas, transparentes, puras en su estado máximo.
Quiero sentir sin pensar, que fue lo que hice toda mi vida y aunque es cierto que así no me fue bien, sé que hice lo que quise sin arrepentirme de nada. No quiero quedarme más con el “qué hubiera pasado si…”, porque la vida se compone de momentos, no de analizar ni de pensar y repensar.

Y si me vuelve a ir mal, será cuestión de sacudirme un poco y volver a empezar, pero sabiendo que fui fiel a lo que sentía.
Saludos desde acá, el otro lado de la pantalla.







Yo, la complicada.

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